DIA DE LA MUJER EN EL HOGAR SANTA MONICA
Día 8 de marzo, día internacional de
la mujer. Unos días antes desde el Lar Santa Mónica salieron por Internet las
invitaciones a la fiesta que quería celebrarse en honor a las muchas mujeres de
la casa. Cada cual tenía sus planes, y a la hora de la verdad fueron pocos los
que acudieron: era un jueves de trabajo y la celebración era por la mañana (las
niñas tienen sus clases por la tarde). Pero los que estuvieron presentes
vivieron una jornada sencilla, profunda y viva en honor a la mujer, sobre todo
en honor a las que empiezan a ser mujeres en esta casa, en este Lar.
No hubo reivindicaciones ni
pancartas, no se gritó por los derechos negados, no se pidió igualdad, ni
castigos, ni retribuciones, no se apeló a leyes ni se hicieron manifestaciones
sexistas. Nuestra fiesta fue simplemente religiosa y humana.
Reunidos en la casa Nuestra Señora
de la Consolación comenzó el ensayo de los cantos de la misa, procurando afinar
y dar la nota bajo la dirección de fray Alberto que estaba al teclado. Cuando
se reunió el puñado de convidados y “todos los de casa”, iniciamos la
Eucaristía presidida por José Luis Villanueva y concelebrada por otros cuatro
recoletos. Simple procesión de entrada con unas flores y una imagen de Nuestra
Señora, la Mujer con mayúscula y modelo de toda mujer, llevados por dos niñas.
Con una liturgia pedagógica Fr. José
Luis presentó la mujer y su dignidad a las niñas en un tono positivo, alegre,
festivo. Celebración agustiniano recoleta en todos los detalles. El profundo
misterio de abrirse a la vida siendo mujer tiene sus luces y sus sombras, pero
son muchísimas las esperanzas de hacer un mundo mejor desde la ternura y la
paciencia, desde la maternidad y la vida.
Las preces espontáneas
dieron buena prueba de que el mensaje había calado. Los cánticos se desgranaron
con más ganas porque Dios estaba ya con nosotros en el pan y el vino. Emotivo
poema leído al final y la consagración a Nuestra Señora pusieron punto final a
la Misa, acto central en que todos fuimos homenajeadores y homenajeados.
Luego se distribuyó el poema y una rosa blanca a todas
la mujeres y asistimos a dos pequeñas piezas de danza clásica. Y de la casa
Nuestra Señora de la Consolación pasamos a la casa Santa Mónica para un
suculento desayuno-almuerzo, donación de una panadería que también homenajeó
así a este grupo de mujeres en pequeño que mira para adelante con una sonrisa
que antes le fue negada. Sobró de todo: salgados, refresco, panetones, pastel
dulce y pastel salado… y sobre todo sobró alegría, fraternidad, abrazos y hasta
alguna travesura de las niñas con los invitados… pero ese día todo fue
permitido.
Una vez más la familia agustiniano recoleta celebró al ritmo del calendario, pero a nuestro estilo, las fiestas marcadas. Y
nuestro estilo es ese: sembrar semillas de Evangelio donde la Iglesia nos
necesita. Y estas niñas del Lar son una parte de la Iglesia que nos grita desde
sus infantiles corazones cuán necesario es el amor en nuestro mundo. Y este fue
el objetivo de la celebración con y para estas mujeres en su día.
1 comentario:
“Cuán necesario es el amor en nuestro mundo”.
Que poco cuesta el darlo y cuanta felicidad se recibe, si nos diéramos cuenta lo repartiríamos a sacos.
Un fuerte abrazo.
Manolo + Rosi
Publicar un comentario