Parece que fue ayer cuando llegamos y ha pasado ya una
semana… el tiempo aquí va súper deprisa… y lo mejor es que no tenemos tiempo
para aburrirnos.
El viernes por la mañana estuvimos con la niñas en la
Asociación Intervalo, una de las instituciones que componen el CEU, que forma a
los niños y jóvenes a través de actividades lúdicas y circenses. Allí vimos un
pequeño museo y después estuvimos pintando y jugando. ¡Pero, Dios mío con qué
poquito se conforman!: subidas a unas cuerdas para balancearse, gritando para
que las ayudáramos a subirse porque con su estatura no llegaban, o en una hamaca
con la tía Marisol aplastándola y riendo a carcajada limpia… qué alegría
escuchar esas risas… pero si es que las miras y son tan niñas…
Y por la tarde, después de venir del colegio, se
pasaron todo el tiempo cantando las canciones en español que les hemos
enseñado.
También hubo sesión de cine… ¡qué gozada! El Frei monta el cine en
casa, con un proyector y la pared por pantalla. Todas se colocan debajo, pero
lo más cerca posible para ver la peli… y con un montón de palomitas que nos
habían hecho las madres sociales y que las niñas no paraban de comer. Es super enternecedor ver que todas quieren
ponerse con nosotras, sentarse en nuestras rodillas… en realidad las que
tenemos el privilegio de disfrutar de
ellas somos nosotras. Al final muchas se quedaron dormidas y cuando acabó la
peli casi no había manera de llevarlas a
la cama.
El sábado fue también un gran día. Una vez al mes las
niñas van al seminario San Agustín para disfrutar de un día de diversión en la
piscina. ¡cómo la disfrutan!... en cuanto llegan se empiezan a tirar… y la
mayoría casi no sabe nadar pero es tan grande la ilusión que el miedo
desaparec. Eso sí, continuamente llamándote para que las lleves por la piscina.
Parecíamos un árbol de navidad porque mínimo se te suben tres, una de cada
brazo y otra en la espalda. Cada día más me doy cuenta de lo poco que
necesitamos para ser felices. Fue un día fantástico; acabamos “muertas” y sin
embargo a ellas parece que por detrás les estaban recargando las pilas porque
no paraban de jugar en la piscina.
El día fue también muy entrañable porque tuvimos la
suerte de despedir a Fray Santiago que se marchaba a su nuevo destino –Manaos- después
de pasar seis años en Fortaleza. Es increíble que en las palabras de despedida
él estuviera con una sonrisa de oreja a oreja y aceptando decisión con la
máxima obediencia. Cuánto nos costaría a nosotros dejar todo: casa, amigos,
trabajo… para empezar en un lugar que no conoces de nada. Y él, feliz.
Y ayer domingo fue un día muy especial. Ya desde por
la mañana, al igual que el sábado, se nota la diferencia: primero en la hora de
levantarnos y después lo bonitas que se ponen para ir a la Misa. Desde el mejor
vestido -”heredado claro”- hasta peinarse y repeinarse con un montón de
horquillas y gomas. Pero lo mejor es cómo disfrutan de ello. Me las llevaría a
todas a Arnedo para aprender de su espontaneidad: como piden espontáneamente lo
que sale de su corazón sin ninguna vergüenza y cantan con esos ritmos y gestos.
El frei casi las tiene que cortar porque si no llegaría la comida y todavía
seguiríamos allí.
Al regresar, en la comida muchas estaban un poco
nerviosas, la tarde iba ser muy emotiva pues era el día de las visitas de las
familias y ahí se sobrecoge el alma cuando llega la hora y ves que no llegan. De
las 21 niñas solo aparecieron seis familias y de algunas de ellas mejor no
hablar…….
Igual que a ellas, también a nosotras se nos nublaron
los ojos… Ahora me doy cuenta de lo importante que es un abrazo y cuánto puede
curar, y ese es el remedio que más nos están enseñando.
Continuará...
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