viernes, 24 de febrero de 2012

UN CARNAVAL DIFERENTE



Brasil es famoso mundialmente por sus carnavales. Estos días los hemos vivido. Desde hace unos años hay una seria respuesta católica para vivir el carnaval religioso, y así lo hemos vivido también. Un poco ajenos a todo esto, la familia agustiniana de Fortaleza, ha vivido un carnaval diferente. Lunes y martes, los seminaristas y algunos religiosos han estado en el Lar Santa Mónica trabajando y compartiendo el tiempo con las niñas en un sentimiento de familia fraterna. El carnaval es para alegrarse, y la alegría ha sido la tónica general para todos.
 
El martes, después del trabajo hasta las dos horas de la tarde, y después de comer y tomar una buena ducha, cuatro agustinos recoletos, seis seminaristas, 21 niñas y tres trabajadoras, organizaron una fiesta sencilla, colorista, simple y llena de risas, para celebrar un pintoresco carnaval en el sencillo parque del Lar como si del mismísimo sambódromo de Río de Janeiro se tratase.

Las niñas aprovecharon la ropa vieja y de los colores más vivos que encontraron, pintaron su rostro con unas simples rayas o estrellas y un antifaz que terminó olvidado en el suelo, y no pararon de danzar, jugar y reir con todos. Los seminaristas se solidarizaron con la coordinadora del Lar pintando en sus camisetas su adhesión y fueron animando el ambiente hasta acabar agotados ante la vitalidad de las niñas. Y los demás cubrieron sus cabezas con los sombreros rescatados de los rincones más diversos. No importaba el aspecto exterior, no importaba correr, subir a los árboles, mojarse con la espuma o recibir la lluvia de papelina, sólo importaba aprovechar el regalo de Dios hecho tiempo para disfrutar.
 
Comer palomitas nos permitió un descanso para seguir después. Unos minutos de reposo para devorar los bocadillos de perrito caliente con tomate y un vaso de zumo fue agradable para dar una tregua al devaneo constante de las chiquillas. Y cuando se acercaba la noche, un helado sabroso de chocolate y vainilla cerró el carnaval. Tras los abrazos y despedidas al pie de la furgoneta, las niñas volvieron a las casas del Hogar santa Mónica ajenas al barullo de un mundo en fiesta, y los seminaristas volvieron al seminario atravesando una ciudad de contrastes: calles desiertas y calles abarrotadas con quienes apuraban las últimas horas carnavalescas entre danzas y bebida.

Y el miércoles de ceniza, inicio de la Cuaresma, entramos con buen pie escuchando el convite a la conversión con el espíritu preparado. Vivir el hoy de Dios en las cosas cotidianas nos hace sentir su presencia en cada hermano, en cada criatura, sabiendo que disfrutar de lo que nos ofrece es la respuesta cierta a su llamada.

 








1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Qué alegría!!!!!!!!!!!

Yo también quiero ser del BLOCO DA LUIZA ja,ja,ja.... pero acepto sobornos, si los freis me dan un gorro... entonces para toda la vida del BLOCO DOS FREIS ja,ja,ja.
SAUDADES de vcs!!!!! guapisímos.
Cris.