Dicen que no hay dos sin tres, y aquí estamos
de nuevo en nuestro Lar Santa Mónica, pero es que además este año, con el privilegio de ser acompañadas Paula y
yo con nuestra querida Carmen; que como ella dice un montón de veces…. ¡voy a
cumplir uno de los sueños de mi vida!
¡Que emocionante sigue siendo volver!, Otra
vez esas tan diferentes sensaciones: por un lado la tristeza de que todo en la
ciudad sigue igual, a pesar de todas esas mejoras que dicen que se han hecho
para el mundial y que yo solo percibo en las banderitas que quedan por las
calles y la gran iluminación que lleva al estadio de Castelo, se siguen viendo
a los lados, los distintos puntos y más puntos de favela, y por lado, la gran alegría, de ver que realmente
el Lar Santa Mónica, es ese gran paraíso, que siempre llamamos, lleno de vida,
de alegría, de risas, de gritos y de carcajadas que cualquier niño tiene y se
merece.
Es impresionante lo bonito que está todo,
después de construir las dos casas nuevas, una con tres aulas para que las
niñas tengan su refuerzo escolar diario y la otra como biblioteca, Los árboles que el pasado año dejamos
pequeñitos, este año, son grandes y dando ya sus frutos. Es realmente
admirable, la capacidad de trabajo de este
equipo de personas que han hecho posible todo esto.
La acogida de las niñas fue igual de
entrañable para todas, llena de abrazos y besos, que hizo que Carmen, enseguida
se sintiera como si las conociera de toda la vida, y es que……¡qué chiquillas! Con
un simple abrazo y un beso las haces felices.
La semana ha sido tranquila pero sin pausa,
los días que hemos estado en el lar, como siempre colaborando en las clases de
refuerzo escolar con las chiquillas, acompañándolas a la escuela, haciendo
apoyo sobre todo en la casa dela pequeñas a la hora de las comidas, jugando con
ellas. Una de las cosas que me encanta hacer con ellas, es ver una película “tirada en el suelo”
cogiéndome la mano muy fuerte, que hace
que en vez de sentirse ellas seguras, sea yo la que lo consiga, y es que estas
chiquillas son para mí, todo un ejemplo de coraje y valentía.
Sigue siendo difícil las salidas a las
favelas, con el mismo olor, el mismo ambiente, con esa suciedad y pobreza, y
esa impotencia de ver más y más casos de violencia y explotación sexual. Me
sigue invadiendo esa rabia, de ver esas caritas con doce años, como el caso de Ana Bárbara que dado “el
ambiente” de su casa, marchó a la de su hermana pidiéndole ayuda. Hoy ya está
en el Lar. Ayer la impotencia fue mayor; fuimos a otra visita, demandada por
“una madre muy preocupada” que había
solicitado ayuda para su hija, después
de conocer la situación y estar
preparando las cosas para traerla, apareció su padre, que no estaba de acuerdo
convenciéndola para quedarse, y así fue. De momento es lo único que se
puede hacer por Virginia.
También hemos participado en el reparto de
alimentos que se da desde el Seminario San Agustín. Son lotes que se dan sin
coste para aquellas familias que no tiene nada y que ese va ser su sustento. Otros
alimentos se venden a un precio simbólico para las familias que tienen un
poquito más de condición financiera.
Ha pasado casi una semana, ¡muy rápido! pero la que nos queda seguro que será igual de intensa y entrañable.
Ha pasado casi una semana, ¡muy rápido! pero la que nos queda seguro que será igual de intensa y entrañable.
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