domingo, 21 de diciembre de 2008

Una casa digna para una vida digna

Ana Claudia y su familia pasarán una Navidad más feliz gracias a muchos de vosotros que colaboráis para que la miseria sea más llevadera.

No lo parece, pero Ana Claudia tiene 27 años. Hace años que vive con su compañero -Antonio- y con él ha tenido 5 hijos. La hija mayor estaba gravemente enferma y murió el año pasado, con unos 7 años. Los otros cuatro son: Ana cristina (4 años), Juan Victor (3 años), Juan Pablo (2 años) y "el pequeñajo" (1 año). Los seis viven en la duna de arena, en una barraca de no más de 4 m2, construida de cartón y tablas y rodeados de basura y suciedad.
De los cuatro pequeños, dos van a la guardería y los otros dos se quedan com la madre en la barraca o la acompañan a recoger reciclaje para verder. Antonio y Ana Claudia recogen papel y plastico por las calles, pero esto no da para mantenerse.
La familia es tan pobre que viene a comer todos los días al Centro de Pastoral.

La situación se agrava a causa de la favela en la que moran. A consecuencia de la suciedad y falta de higiene son muchas las veces que hemos tenido que llevar a los niños al hospital o comprado las medicinas que el puesto de salud receta para ellos. Principalmente para combatir la micosis en la piel, los parásitos intestinales, fiebre, desnutrición...
Hace más de 2 años que Ana Claudia pidió una casa
de protección al programa de vivienda del Ayuntamiento,
para salir de la situación insalubre e inhumana de su favela. Pero el Ayuntamiento hasta ahora sólo les da “buenas palabras”. Así que ante el inminente periodo de lluvias, que dificulta mucho más la vida en la barraca, decidimos sacar a la familia de allí y llevarlos para uma casa, humilde pero digna.
El pasado viernes, después de la fiesta de Navidad que tuvimos com los niños que habitualmente reciben la comida em el centro de pastoral, hicimos la mudanza de Ana Claudia. ¡La familia estaba feliz; por fin iban a salir de ese favela que estaba robando la salud de los pequeños!
Ana Claudia no acostumbra a esteriorizar mucho sus sentimientos,
pero la sonrisa no dejó su rostro en todo el tiempo.
La alegría fue total cuando ella misma abrió com la llave la puerta de “su casa”. Todavía es casa alquilada, pero esperamos que en estos próximos meses podamos exigir un alojamiento al servicio social del Ayuntamiento.
Mientras tanto, los cuatro chiquillos podrán jugar y gatear sin miedo a cojer los molestos “piojos de la arena”, la micosis de las feces de los animales, y todo tipo de enfermedades.
¡“Feliz Natal” para Ana Claudia y familia! y gracias a todos los amigos que con sus ayudas hacen posible el milagro de la caridad.

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