viernes, 21 de mayo de 2010

Carta desde Arnedo

Escribe Mis queridos/as amigos/as de Fortaleza: otra vez más el abrir el corazón a los demás tiene una incalculable recompensa.
Después de un invierno largo, aunque para nosotras –las catequistas y amigas de Arnedo- muy agradecido, ya que nos ha dado más tiempo de llamar y llamar a un montón de puertas y poder hacer así nuestro propio mercadillo.

No quiero olvidarme de agradecer a tanta buena gente que en el anterior mercadillo de Arnedo nos brindó su ayuda, productos y colaboración, como hicieron nuestras buenas y entrañables amigas de Lodosa. Pero sí es verdad que el caminar un poquito solas ha sido todo un reto de trabajo y superación, porque hemos conseguido que, semana a semana, más personas se sumaran en nuestro coraje y empeño en ayudar a desmantelar esa terrible explotación y abuso sexual que tantas niñas están sufriendo en Fortaleza.
Sin darnos cuenta empezamos a buscar colaboradores. Como en nuestro Arnedo lo fundamental es el calzado, pues una puerta se abría para dar paso a la otra. Solo había que hablar del Hogar Santa Mónica, de esas niñas, del Padre Alberto y… ¡por Dios! todo el mundo que sentábamos enfrente era un padre o madre de familia, así que sólo había que mirarlos a los ojos y hacerles ver el gran privilegio que nuestros hijos/as tienen con nosotros en España a diferencia de los niños/as de Fortaleza.
A nadie que le hemos pedido alguna cosa se ha negado a ayudarnos; con más o con menos, con lo que ha podido y querido, pero el derroche de generosidad, de nuevo ha sido maravilloso. Después de pedir en las fábricas de calzado vinieron las tiendas, para poder así tener complementos, bisutería, bolsos, y muchas cosas más. Tampoco quiero olvidarme de otras empresas que nos dieron materia prima para poder hacer ropita y complementos para bebé. Claro, esto todo apoyado por personas que pese a su edad han estado tejiendo y cosiendo durante todo el invierno. Del mismo modo, a última hora se sumaron pastelerías con productos para de alimentación.
Por todo esto, para nosotras, el mercadillo que hemos realizado en la localidad de Aldea Nueva de Ebro ha sido el colofón de nuestro invierno. Era como cuando un chaval estudia para un examen, y como se lo sabe, está tranquilo de que todo va ir bien. Pues igual nosotras; habíamos trabajado y preparado, y por eso sabíamos que no podía salir mal.
Escogimos esta realizar el mercadillo en Aldea Nueva de Ebro porque allí está de párroco José Luis, una persona excelente y además muy conocido para nosotras, puesto que es de Arnedo. Desde el primer momento que le propusimos hacer algo en su parroquia nos abrió las puertas de par en par, y nos ofreció toda la ayuda posible.
Así que después de pregonarlo por todos los sitios y ayudadas por una publicidad también donada gratuitamente a base de carteles, fuimos a la Aldea.
¿Cómo describirlo? Fuimos muy bien acogidas. Ya desde el sábado anterior al mercadillo que estuvimos preparando estuvimos apoyadas por personas de la parroquia que colaboraron con nosotras en lo que necesitábamos. Para cuando empezó la venta, el viernes 15 de abril, nuestro José Luis, se había encargado de pasear por la tienda del mercadillo a un montón de personas vendiéndoles él mismo en nuestro nombre.
De la misma Aldea hubo personas que nos trajeron cosas: pijamas, colonias,… pero sobre todo y lo más maravilloso fue su calor humano y solidario. El pueblo sólo cuenta con 2.500 habitantes, pero estamos seguras que nadie faltó a la cita con estas madres Catequistas Arnedanas llenas de amor a sus niñas de Fortaleza.

La solidaridad y generosidad de este pueblo aún nos hace saltar el corazón porque “lo grande esta en lo más pequeño”; un pueblecito pequeño sí, en número de personas, pero grande, grande en amor a Dios y a los demás, y que al igual que nosotras han sabido entender y ponerse en contra de esa terrible lacra de explotación de seres indefensos como son las niñas.

La recaudación fue maravillosa en dinero, pero siempre conseguimos otra recaudación mejor, que pesa mucho más: cada vez que hacemos algo por las niñas, la felicidad y satisfacción llena nuestro corazón y da un tremendo sentido a nuestras vidas.
Por eso quiero dar gracias a Dios cuando un día puso a estas niñas en nuestro camino y le pedimos que siga dándonos ese entusiasmo, que nos hace tener tanta fuerza para seguir trabajando para y por ellas.
Aunque este trabajo da estrés, es del que te deja dormir por las noches; es un trabajo que no se puede pagar con dinero, sino que, como a mi me gusta decir, te da acciones para el cielo; es algo tan gratificante que no tiene precio.
Pero también, muchas, muchas gracias a todas las personas que nos encontramos en nuestro camino. Cada día me doy cuenta de la maravilla que Dios ha hecho en cada uno de nosotros, haciéndonos tan diferentes, unos para que denunciemos, otros para que pidamos, otros para que les ayudemos…, al final lo más importante es que todos somos necesarios y estamos aquí por algo.

Un abrazo muy grande para ti Alberto, para las niñas y para todo el hogar Santa Mónica.

“Tu Parroquia de Arnedo”

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