jueves, 9 de agosto de 2012

VOLUNTARIOS ARNEDANOS EN FORTALEZA - 4º


Han pasado otros dos dias y los sentimentos continúan aflorando. Ayer fue un día complicado y quizá uno de los días más tristes de nuestra vida: la familia de una de las niñas que tenemos en el Lar había perdido definitivamente la custodia y teníamos que llevar a la niña para despedirse y así cortar definitivamente el vínculo familiar que hasta ahora existia. Antes de ir a la casa pasamos por el juzgado a “solucionar” un montón de papeles. Me hizo mucha gracia como íbamos pasando de despacho en despacho. Luiza íbanos diciendo: “ahora aqui”, y entrábamos en un despacho; “ahora allí”, y entrábamos en otro despacho, y en otro, y en otro... !Dios mio, cuánta burocracia!
Por fin ya al final de la mañana pudimos salir, aunque Luiza y Lucelio nos decían que era un dia así y outro tambien, per Bueno nos pusimos em marcha hasta la casa de la menina.
Al llegar en la casa de la niña pudimos comprobar porqué le habían quitado la custodia a la madre: era un lugar sucio y mugriento; un habitáculo lleno de trastos, donde estaba una familia durmiendo en un colchón sucio, allí mismo estaban guisando, había un bebé de menos de dos meses...  y su padre tumbarreado en la cama viendo la televisión. En el pasillo había otra cama. Pasamos a otro habitáculo con las mismas características, aunque este estaba semi-cerrado con unas tablas, tal vez para tener un poco de intimidad. Llegamos a un pequeño patio donde estaban guisando con cuatro tablas en el suelo. Al lado un “baño” inmundo lleno de moscas...
Pero lo más impactante fue que, a pesar de este panorama tan desolador, la niña no paraba de llorar al despedirse de cada uno de sus familiares y también de camino de vueta al Lar Santa Mónica. Se nos caía el alma al verla! Pero ella y nosotros sabemos que ese no es un lugar para ella, y es que esa es una de las grandezas de este proyecto, que sacan de eses “infiernos “ a las niñas y su gran preocupación es poderlas devolver algún día a la sociedad,pero esta vez com dignidad y bienestar.
Por nos desplazamos hasta el seminário San Agustín. Allí cenamos y dormimos. Por la mañana desayunamos acompañados de los simpáticos seminaristas y nos hemos ido a visitar “el morro” que se encuentra dentro de la parroquia que atienden los Agustinos Recoletos.
Antes de subir “al morro” es visita obligada visitar a Liduina, la líder comunitária que nos avisa de cómo está la situación y si es posible o no subir a visitar a las personas que viven en las barracas de lo alto. Es algo así como “el termômetro” de la violência. Ella nos ha dicho que la semana andaba muy revuelta y que por las noches había muchas peleas con las bandas. Así que hemos decidido prudentemente no subir y visitar las familias de la parte más baja. Mientras andábamos por las estrechas callejuelas unos tremendos ojos nos observaban por todos lados. Hemos entrando en algunas favelas para visitar a las familias. Me ha sorprendido que todas las puertas estuvieran cerradas, con un silencio sepulcral dentro de las casas... había muchos chiquillos por la calle; muchos ni van al colégio, se pasan el día jugando, descalzos y casi sin ropa...
Hemos entrado a una casa y después a otra, y otra, y otra más... todas muy cutres y sucias, pero eso sí, con su buen televisor y un gran aparato de musica.
Ver tanta miseria te desgarra el alma.  !Cuántos animales viven mejor! Todavía nos da más rabia e impotencia cuando ves que es un gran problema culturas y político que no se puede resolver.
Lo mejor del día ha sido el “sopón”, que se da varias veces por semana y hoy tocaba. La gente, casi todos niños, bajan con su plato a comer la única comida que van a tener en todo el día.
Continuará...

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