miércoles, 22 de agosto de 2012

VOLUNTARIOS ARNEDANOS - 6º


Y continuamos… y, a pesar de tanta fiesta, el domingo nos dieron “folga” que dicen ellos para irnos a la playa. Y así lo hicimos. Nuestra “tía Grazi”, con su estupendo coche rojo,  nos recogía a las ocho de la mañana para ir a la preciosa playa de Cumbuco. Llegamos y pasamos una mañana estupenda disfrutando del sol y de la linda playa; comimos allí mismo y mientras nosotras hablábamos y hablábamos, Paula y Basi lo pasaron en grande disfrutando de unas enormes olas, bañándose. Resultaba muy pintoresco el que vinieran a ofrecernos queso a la brasa, con un rudimentario asador… lo hacían allí mismo; igualmente gambas o los estupendos cajus que aquí son muy típicos y buenos.
La playa no estaba muy concurrida, como pasa en nuestras costas españolas, a pesar de su belleza y es que también hasta aquí llega la inseguridad  de Fortaleza. Bien, después de comer regresamos al Lar, hacia las cinco de la tarde. Pudimos comprobar que Sabrina, la niña que había llegado el sábado, estaba encantada y quería quedarse en el Lar. Me faltan palabras para poder expresar la enorme satisfacción que sientes y sentimos todos al verla así y que una vez más piensas “una menos en la calle”.
El lunes comenzó con las clases habituales y como ya tía Grazi se incorporó a las clases, nosotras le ayudamos y compartimos con ellas mientras Paula y Basi daban conjuntamente a las otras niñas.
De nuevo volví a sentir mucha impotencia. Hay muchas niñas que llegar al Lar sin haber cogido un lapicero en su vida, y no saben leer ni escribir y cuando se las inscribe en el colegio no las ponen a su nivel sino con su edad. ¡Por Dios! que alguien me explique qué puede hacer una niña de catorce años en un aula con niñas de su edad explicando y estudiando geografía e historia o haciendo multiplicaciones, sin saber leer: NO SE ENTERA DE NADA.  No es que no quiera estudiar, es que no puede y es el caso de nuestra Daniele. Y aunque en el Lar hacen clases de apoyo, bueno mejor dicho, de súper apoyo, no llegan en tan poco tiempo al nivel necesario. Todo esto lo sabíamos pero al llegar Grazi y compartir con ella lo pude palpar en directo.
La tarde estaba programada con una visita a la familia de una niña y allí fuimos. Era otra zona más de favelas, en otro sitio, pero igual a todas. Ya desde que entras “huele mal” y sabes que has llegado al destino. Esta vez en una zona por donde pasaba el tren. Me comentaba Luiza que han muerto muchos niños en las vías porque no hay ningún tipo de seguridad y los niños al estar tanto en la calle juegan en ellas. Bien llegamos y no estaban, pero en estos lugares siempre hay algo por hacer y al llegar, rápidamente salió una mujer, pidiendo que por favor nos lleváramos a su hija. Esta es su historia resumida: tenía tres hijos, un chico de catorce y dos gemelos, una chica y un chico, de once, pues el mayor que ya había tenido problemas con la justicia y no iba al colegio estaba “aprovechándose” de su hermana. Empezaron a salir los vecinos y a corroborar la historia, pero muy curiosamente decían que se lo llevaran a “el”, y la verdad que tenían razón. La niña, que era la víctima, tenía que salir de allí. Nuestra Luiza por un lado hablando con la niña y por otro Lucelio telefónicamente, corroboró la sospecha de que era cierto. No la trajimos inmediatamente al Lar porque hay que seguir unos pasos pero sí que la llevamos a la casa de unas monjas que trabajan con toda esa zona de favelas. Allí las hermanas la cuidarían dándole de comer y dejándola descansar hasta que la pudiésemos recoger a la mañana siguiente.
Nos vinimos para el Lar tristes, porque yo creo que jamás nadie por muchos caso que vea puede acostumbrarse a esto, pero alegres porque a la mañana siguiente la niña estaría con todos nosotros.
Y así ha sido, nos hemos levantado temprano como cada día, a las siete las niñas estaban ya en sus clases de apoyo y a eso de las die y media, en la estupenda kombi hemos ido a recoger a la chiquilla. Nos han dicho las hermanas que había comido mucho y que había estado todo el tiempo descansando. Su carita al vernos se ha iluminado y rápidamente al vernos se ha ido a coger la pequeña bolsa que su madre le dio ayer con sus pertenencias y la hemos traído.
Me sigue sorprendiendo cómo la reciben las demás niñas, no preguntan, solo la abrazan y la rodean… saben que por algo nada bueno está allí, al igual que cada una de ellas.
La tarde ha ido tranquila, bueno a lo largo del último fin de semana, hemos estado “repasando” las cabecitas de alguna de las niñas que veíamos que se rascaban “más de la cuenta’, y con todos esos champús antiparásitos y lociones que trajimos de España (donados gracias  a Dios,  porque aquí tienen un precio carísimo -al igual que todo,  que solo es para los ricos-), les hemos dado un repasillo. Después ha sido maravilloso como en su clase de apoyo Daniele ha leído sus dos primeras palabras. Cuando la hemos felicitado y comentado a Roberta,  su madre social, la niña se ha echado a llorar y es que para ella seguro que ha supuesto mucho más que para muchos el aprobar el curso entero. Ella ha empezado a cerrar la puerta a la ignorancia y ha hecho que su autoestima creciera. Tiene tantas ganas de aprender que mañana a pesar de ser fiesta, a las siete y media de la mañana volverá a tener clase para seguir aprendiendo a leer. Una vez más “gracias Lar Santa Mónica”

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